Por qué Palestina es una cuestión feminista y anticolonial

Rama Salla Dieng explica por qué el genocidio que acontece actualmente en Palestina es una causa feminista y de justicia reproductiva. El objetivo final de Israel –y de las potencias occidentales que apoyan este Estado colonial y de apartheid– es hacer imposible la reproducción social del pueblo palestino y, eventualmente, llevarlo a la muerte física.

Escribo este breve comunicado para brindar testimonio sobre la masacre étnica que está aconteciendo desde el 7 de octubre. Mientras escribo este breve texto, más de 13 000 personas —incluidas 5000 infancias— están siendo asesinados por Israel en Palestina (Gaza y la Ribera Occidental), miles de personas se encuentran debajo de los escombros y muchas otras fueron desplazadas de sus hogares. Se ha registrado la suma de doce mil muertos en manos de Hamas en Israel y más de 200 personas fueron secuestradas por Hamas.

Resulta importante historizar el actual genocidio, al que muchos estudiosos y los propios palestinos llaman la segunda Nakba. El pueblo palestino sobrevivió —y continúa resistiendo— a siete décadas de ocupación y violación de sus derechos básicos. Este genocidio ha tomado varias formas a lo largo del tiempo: ocupación, oleadas de apropiación de la tierra y el mar, despojo, expropiación, desplazamiento, asesinatos, violencia sexual. El genocidio que estamos presenciando no comenzó ahora. Esta violencia se viene ejerciendo desde hace 41 días… y 75 años. Y continúa, debido a las tantas luces verdes o la falta de reacción frente a los innumerables actos de violencia que el Estado de Apartheid israelí ha infringido durante décadas. Pero lo más importante es que este despliegue de violencia se inició a partir de los discursos de odio y la lenta e insidiosa deshumanización de los palestinos y palestinas a través de la normalización de sus muertes. Se trata de una muerte social. Un incalculable número de civiles muertos, heridos, encarcelados y desplazados han quedado sepultados a lo largo de décadas bajo informes de tan solo unos segundos de duración en la radio o la televisión, y algunos párrafos en los periódicos en los que se relatan las vidas perdidas.

Si algo aprendimos del genocidio en Ruanda es que cualquier genocidio, cualquier proyecto de exterminio étnico comienza con la deshumanización de la comunidad contra la cual se atenta. La muerte social es el primer paso para la aniquilación física de una comunidad. El concepto de «muerte social» fue desarrollado por Horace Orlando Patterson en 1985, y no es casual que el libro de Patterson sea un estudio comparativo entre  la esclavitud y la muerte social. Nueve años después de la publicación de este libro, tuvo lugar el genocidio en Ruanda, el cual no comenzó en 1994 sino mucho tiempo antes, cuando los colonizadores belgas comenzaron a registrar la medida de los cráneos de los habitantes e iniciaron el proceso de etnización; y continuó cuando el gobierno dominado por hutus empezó a llamar a los grupos tutsis «inyenzi» o «cucarachas» para indicar que carecían de humanidad, que creían que no eran dignos de vivir. Más adelante, luego de la lectura de la novela de Gilvert Gatore, The Past Ahead, de Una temporada de machetes, de Jean Hatzfeld, Murambi, el libro de los huesos, de Boubacar Boris Diop y Cucarachas, , escrita por Scholastique Mukasonga, prometimos junto con la Corte Internacional de Ruanda y los tribunales de Gacaca que «nunca más» permitiríamos que se cometieran atrocidades como estas, al menos «no en nuestro nombre».

Pero quisiera comprender que lo que está sucediendo hoy en Gaza y la Ribera Occidental de Palestina es (y siempre fue) el siguiente paso del Estado de Israel en su proyecto de aniquilar al pueblo palestino. Se trata del siguiente paso de un plan minuciosamente diseñado de ocupación terrestre y marítima a partir de la muerte social ejecutada bajo el velo de la autodefensa. ¿Desde cuándo la autodefensa implica la limpieza étnica sistemática de las personas civiles? ¿Desde cuándo el derecho a existir de una comunidad implica la sentencia a muerte de otro grupo social?

Quisiera dejar en claro que el actual genocidio militarizado es una cuestión política, feminista, de justicia reproductiva, económica, de justicia ambiental y justicia agraria, ética y también de soberanía.

Es una guerra contra la reproducción social de Palestina.

En un artículo de 2011, Shirin Rai, economista política y feminista de SOAS, junto con los demás co-autores, describen estas condiciones de pérdida, sin ningún plan futuro de restauración que pueda remediarlo, como reproducción social a través del agotamiento. El uso de armas de destrucción masiva prohibidas y brutales, entre ellas el fósforo blanco, contra la población civil, la destrucción de hospitales e infraestructuras vitales como rutas, tanques de agua, electricidad y medios de transporte, la contaminación de los recursos naturales y del ganado y la contaminación de cultivos es un claro indicio de la intención de desposeer al pueblo palestino de manera permanentemente de sus medios de producción, sin diferencia de edad, religión y clase social.

El objetivo del Estado colonial de Israel es claro: provocar el agotamiento de quienes participan en la reproducción social, causando la muerte de la clase obrera, haciendo que mueran de hambre, quemando las infraestructuras sociales que puedan utilizarse para satisfacer necesidades básicas como alimento, energía, vivienda, salud y seguridad, higiene (incluidas toallas sanitarias para mujeres y niñas, y servicios de atención para enfermos y embarazadas). El objetivo también se está logrando a través de la destrucción y la contaminación de la naturaleza, y la destrucción de universidades, mezquitas y lugares de reunión comunitaria. Israel apunta a extinguir el espíritu palestino y apropiarse de la reproducción de su capital social y cultural, porque palestinos y palestinas son reconocidos como los «refugiados más educados» del mundo.

El objetivo final de Israel –y de las potencias occidentales que apoyan este Estado colonial y de apartheid– es hacer imposible la reproducción social del pueblo palestino y, eventualmente, llevarlo a la muerte física. Esto no es más que una de las tantas caras del fascismo y del capitalismo colonial y racista. No podemos llamarnos al silencio ante los hechos ni tampoco pensar que esto está sucediendo en una tierra remota y lejana. Al mismo tiempo, pedimos un alto el fuego absoluto, la restitución de rehenes israelíes; también debemos exigir reparaciones por las pérdidas humanas y los daños causados a la naturaleza, así como una reforma integral de la arquitectura actual de gobernanza internacional. No podemos dejar nuestro futuro en manos de las potencias en las que no confiamos, porque ya nos han demostrado cuáles son los intereses que representan y cuáles son las únicas vidas que les importa.

Lo que está haciendo Israel con Palestina debería ser un llamado de atención para los países del sur global y el resto del mundo. Lo que está sucediendo en Palestina, Sudán, la República Democrática del Congo y Haití determinará nuestro futuro común, los frutos de nuestras luchas anticoloniales y nuestra soberanía definitiva.

Por tanto, quisiera concluir compartiendo las contundentes palabras de Issa Shijvi en un tweet  publicado el 1º noviembre de 2023:

Voces del mundo

Díganlo con fuerza

Díganlo con claridad

No más debemos tolerar

Otro genocidio en nuestro planeta

No existen condiciones ni «peros»

No existe punto medio entre genocidas y víctimas

No existe punto de encuentro entre invasores e invadidos

Que cese el fuego inmediatamente

¡Basta de colonialismo!

Rama Salla Dieng es una escritora, académica y activista senegalesa. Actualmente se desempeña como profesora de Desarrollo Africano e Internacional en el Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Edimburgo. Rama es, además, una activista feminista que ha colaborado con varias organizaciones feministas en asuntos como reforma agraria, género y desarrollo y reproducción social. Rama escribió este texto a título personal.

Imagen: Protesta de palestinos y palestinas de Gaza contra el ataque brutal de Israel en enero de 2009, Melbourne (John Englart, 18 de enero de 2009).

Algunos textos relevantes y petitorios:

Guía de herramientas: Todos afuera por Palestina (All Out for Palestine Toolkit)

Lista de boicot del Comité Palestino BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones)

Red Agraria de Sur (Agrarian South Network)

Colectivo de Académicos/as-Activistas Agrarios/as del Sur

Feminismos africanos (African Feminisms)

South Feminist Futures

Declaración colectiva para solicitar que la Universidad de Edimburgo proteja los discursos sobre Palestina, aborde casos de intimidación en el campus y evite los vínculos de violencia con la Universidad.